domingo, 22 de junio de 2008

El camino de un triunfador











Osvaldo Zubeldía cambió la historia del fútbol argentino y mundial implementando sistemas tácticos que marcaron diferencia en la década del ´60. En Atlanta los aplicó pero le dieron mayor resultado en Estudiantes de la Plata donde alcanzo títulos nacionales e internacionales. De este sitio conoceremos la vida de un hombre simple que vivíó para sus dos grandes pasiones: el fútbol y los caballos.


Primera parte


Sus inicios en B.A.P y el salto a Vélez

El “Flaco” o “Paleta” -apodo impuesto por los amigos del barrio Villa Ortega- conoció desde chico la palabra trabajo y esfuerzo. Para ayudar económicamente a sus padres, Ursulina y Don Ignacio, trabajó en una pensión. Su función: Llevar las pertenencias de los ocasionales visitantes que llegaban a la estación de trenes de Junín. “Su familia para él era sagrada”, recuerda Osmar Amor, amigo de la infancia.
Sobre la actual Avenida San Martín, funcionaba el viejo ferrocarril Central Argentino y a pocos metros, estaban los potreros que vieron brillar a grandes valores del fútbol juninense. En la década del ´40, en los enfrentamientos barriales, se destacaron dos jovencitos que terminaron desembarcando en B.A.P. Ellos eran: Pablo Malegni y Osvaldo Zubeldía. El buen rendimiento de ambos, sirvió para que el propio José Amalfitani, presidente de Vélez Sarsfield, los contratase.

El paso por Vélez, Boca y Atlanta
Los tres goles convertidos al gran Amadeo Carrizo y el subcampeonato de 1953, quizá sea lo que más se recuerde de su paso por Vélez. Zubeldía sostenía, constantemente, que había aprendido todo sobre el fútbol al lado del profesor Victorio Spinetto.
En 1956, pasó a Boca Juniors y el periodista Eduardo Rafael recuerda que para no patear al arco, le entregaba siempre el balón a Herminio González que siempre estaba en posición de gol.
En 1958, casi en el final de su carrera, recaló en Atlanta. “Era lento para jugar pero era rápido para entregar”, cuenta Carlos Griguol, compañero y amigo en el Bohemio.

Un jugador que ya pensaba como técnico
En 1960, se retiró en Banfield, club que militaba en la Primera B. Paralelamente, dirigía en Atlanta junto a Adolfo Mogilevsky. El Bohemio y el Taladro, fueron el puntapié inicial de una exitosa carrera como técnico. “Era el técnico dentro de la cancha”, recuerda Tomás Anglese, ex jugador y compañero en Banfield, en el libro “El Banfield de Don Valentín”. “El Huevo fue un revolucionario. Muchas jugadas de las que se ven ahora las inventó él”, agrega. En la entidad del Sur, conoció a Valentín Suárez de quien también aprendió, en interminables charlas de café, mucho sobre el mundo del fútbol.

Atlanta y el comienzo del laboratorio
Siendo entrenador de Atlanta, aplicó el trabajo diario y muchas veces el doble turno. La concentración y la implementación de sistemas tácticos, como el fuera de juego, fueron algunos de los mayores cambios que revolucionaron al fútbol argentino. En 1961, finalizó en el cuarto puesto con una gran actuación de Luis Artime. Por falta de recursos, en 1962, Mario Griguol y Luis Artime fueron vendidos a River Plate. Más allá de todo, Atlanta, finalizó en el séptimo puesto. Hugo Gatti y Luis Artime, entre otros, remarcan, en ocasión de de ser entrevistados, que fue fundamental el paso del entrenador por el club de Villa Crespo. Zubeldía, tras un largo tiempo sin trabajar, escribió junto a su amigo, Argentino Geronazzo, el libro “Táctica y estrategia del fútbol”.

Estudiantes y el camino a la gloria

En 1965, llegaría la posibilidad de revolucionar la historia de Estudiantes de La Plata. Hasta su llegada, “El Pincha” tenía como único objetivo, salvarse del descenso.
Zubeldía, había desechado las ofertas de Gimnasia de la Plata y Argentinos Juniors ya que, Mariano Mangano, presidente de Estudiantes, confió en su capacidad y lo contrató. La incorporación de valores, no surgidos del club, como Carlos Bilardo, Raúl Madero, Juan Echecopar, Ramón Aguirre Suárez y Alberto Poletti, entre otros, fue una de las claves. A su vez, se promocionaron jugadores de la recordada “Tercera que mata”, una camada de jóvenes que dirigía Miguel Ignomiriello. Ellos eran: Juan Verón, Carlos Pachamé, Eduardo Flores y Oscar Malbernat, entre otros. El trabajo táctico, físico y anímico, implementado por Osvaldo Zubeldía y Jorge Kistenmacher, llevó a obtener el torneo Metropolitano de 1967. Paradójicamente, el subcampeonato en el Nacional del mismo año, llevó al conjunto platense a la Copa Libertadores.
La primera de las tres conquistas sudamericanas, la obtuvo ante el Palmeiras, en un tercer partido, disputado en el Centenario de Montevideo. La histórica obtención de la Copa Intercontinental en 1968, ante el Manchester United, en Old Trafford, sin duda alguna, cambio la historia del fútbol argentino y mundial. “Era un equipo que encontró a un técnico que era humilde y una banda de muchachos que aceptaron las reglas de trabajo y sacrificio”, recuerda Alberto Poletti. “El fuera de juego, los córners al primer palo y los distintos sistemas implementados por Zubeldía, se siguen viendo en el fútbol moderno y algunos todavía, lo siguen haciendo mal”, agrega el ex arquero. Su paso por Estudiantes, impregnó una mística y un estilo de juego que siguen vigentes por estos días.